A CONTINUACIÓN, PRESENTAMOS LOS TRES PRIMEROS RELATOS DE UN TOTAL DE SIETE
LA CURTIEMBRE
(Escrito por Luna)
Un olor particular, “inolvidable” se podría decir, en plena comuna de Independencia, más específico en Vivaceta, entre las calles Carrión y el Molino. Existía hasta hace no mucho tiempo atrás una Curtiembre, entre estas calles se sentía olor a cuero, o a podrido. Sí, ese olor particular e inolvidable para mí, que percibía en la infancia, no era precisamente “agradable”. Parece ser que no siempre los recuerdos de aromas van de la mano con olores placenteros, pero me recuerda a mi padre, quien trabajó cuarenta años en la fábrica, se levantaba a las 6 de la mañana, y después de jubilar lo seguía haciendo, seguía rodeado de sus amigos de la vida, que habían sido sus mismos compañeros de trabajo.
Rodeada de pequeñas casas, donde habitaban los trabajadores y sus familias. Un pequeño barrio que celebraba años nuevos con las puertas abiertas a sus vecinos, ponche y música, niños corriendo por las calles, andando en bicicleta, un club llamado Rufino Melero, en el que se jugaba rayuela, al que me llevaban los fines de semana.
Recuerdos que giran en torno a la “Curtiembre”, a ese olor” apestoso” que ya no existe, que era desagradable y mucho. Pero que aún lo recuerdo. Pero no con desagrado, sino con aroma a antaño. Ahora existe un supermercado, locales comerciales, y edificios. Otra etapa, otras memorias para otra generación.
HISTORIAS DE CENTRAL
(Laury´s)
En los inicios de los 80, mi amigo y vecino Ricardo Duhart, o Ricki o Dujart. Como le llamamos los amigos, vivía en Domingo Santa María y llegaba a diario desde temprano con su guitarra al hombro a la Plaza Central. Ahí ensayaba y cantaba sus composiciones cuyas letras muchos amigos del barrio aún recuerdan …de a poco íbamos sumándonos al ritmo de su música , hasta formar un gran grupo en el que todos coreábamos sus canciones y las de Silvio, Santiago de Nuevo Extremo, Pablo Milanés, Sui Generis entre otras ….nos quedábamos hasta altas horas de la noche, no importaba el frío ni la lluvia, pues el calor humano de los amigos abrigaba las noches de central. Los vecinos de entonces llamaban a carabineros por ruidos molestos …..ese gran ruido era ..¡La Música .!
Recuerdo que mi madre me salía a buscar y yo, a regañadientes me iba a casa, y desde mi habitación, en el silencio de la noche, escuchaba como continuaban coreando las canciones, pues mi casa queda justo a los pies de la plaza, en calle Antonio J. Vial y yo ahí ansiosa por volver al grupo a cantar, pues es mi hobbie hasta el día de hoy. Yo tenía 20 años.
En ese entonces había un lechero llamado Benito, quien repartía la leche en el barrio y en el Liceo Gabriela Mistral.
Con el tiempo, Benito se hizo amigo de todos los vecinos, incluidas nuestras madres pues era muy cordial, caballero y simpático. Pero, un día ….lo sorprendieron con un pito de Marihuana y los carabineros lo detuvieron. Producto de ese episodio, Ricardo, nuestro amigo cantautor, le escribe una canción a la que llamo »Balada para el Beno’, con la música de un tema de Woodstock. Pocos saben la verdadera historia de la canción. Recuerdo el día en que Ricardo la grabó en un casette y me la mostró, le dije Ricardo inscribe esta canción. Fue tal el éxito que pasó a ser El Himno de Central, hasta nuestros días y hoy se llama »Llegando a la Central». Muchos amigos migraron al Extranjero y cada vez que vienen a chile desean ver a Ricardo y que les cante la canción, de nuestra juventud, La Central. Es así como esta canción traspasó fronteras en las universidades y calles y hoy la cantan muchas bandas incluido Mauricio Redoles. Ricardo con su humildad, nunca hizo alarde de su creación regalando el tema a quien quisiera interpretarlo y muchos otros injustamente, se han adjudicado la autoría. Ricardo hoy es Psicólogo y aun es mi amigo, continúa cantando con el seudónimo de Reverendu Du y muchas veces también con Mauricio Redoles. Acá la letra de la canción »Balada para el Beno» o »Llegando a la Central» otros le llaman llegando a la Yungay, pero es nuestra, de Central.
Letra: Ricardo Duhart.
Música: Inspirada en Arlo Guthrie Live @ Woodstock 1969 Coming into Los Angeles.
Llegando a la Central a las 2 de la Mañana
Con un cargamento de Marihuana
Me salieron a recibir, la policía Civil
Atravesando ventanas desaparecí.
Traficando con la duda de mis padres y vecinos
Me refugie en una hora en la cama de alguna mina y desde afuera escuchaban sus gemidos
Estribillo
:/:No me revisen ahora, no no no me revisen que no la van encontrar, no me revisen no suéltenme que me van a culpar otra vez ./
Corriendo toda la noche
Crucificado en veredas
Esa noche necesitaba la mano de algún amigo
Esa noche en central yo era un perseguido
Cayeron sobre mi
Con sus ruidos y sirenas
Me borraron la espalda y me esposaron la lengua
Aunque mi inocencia no se había comprado-
Estribillo:/:
LA CASA DE LILY
(el toneja)
Mis primeros recuerdos de una sala son en la Casa de Lily. Una casona que para nosotros era lo más parecido a un castillo, donde había un Kindergarten.
Se accedía por una escala hasta la gran puerta de entrada. Mi sala estaba entrando a mano derecha. Era grande y posiblemente correspondía al salón de la antigua casa. (Quizás si fuera hoy me encontraría con una sala pequeña, pero eso le quitaría el sentido a mis recuerdos). Enfrente estaba la sala del piano, donde nuestra profesora enseñaba con paciencia infinita los rudimentos de la música. ¿Cuántos niños escuchan hoy, a esa edad, notas prístinas de un instrumento que les muestre la belleza de la música? ¿Cuántos educadores se darán cuenta de la importancia de estos pequeños detalles en la formación de un niño?
Pero la Casa no era solo interior. Su gran patio era un lugar que invitaba a la aventura. La gran higuera que existía hacia Los Nidos, nos invitaba a subirnos y observar desde las alturas lo que pasaba a nuestro alrededor. Unos años después, ya en nuestra pubertad, aprendimos que había una cancha de baby, de tierra, donde jugábamos contra los ocales. Quizás mi amigo de entonces y hoy ministro de corte (Ricardo Blanco) podría ayudarme a recordar el nombre.
Como olvidar la tarde que mataron a Kennedy. Yo fui a buscar a mi hermana (Tenía ocho años y ella cinco) y a la salida estaban varios papas comentando la tragedia. Lo de las edades no es menor, indica lo que pasaba en el barrio. Podía un niño ir a buscar a su hermana a unas seis cuadras desde su casa sin temor de los padres y menos de los niños. Esta seguridad llegó hasta grande y cuando de noche volvía después de algún carrete, el entrar a mi barrio me daba una tranquilidad enorme, nada peligroso pasaba ahí.
Mi estadía duró poco. Mi abuela paterna decidió enseñarme a leer, cuestión que consiguió rápidamente como ocurriría con cualquier niño que es entrenado a esa edad. Me transforme en un “problema” para mi profesora, la que a mitad de año le dijo a mi mama que yo estaba para primero. Tenía 4 años y unos meses.
Hoy es un asilo de ancianos. Ojalá esos viejos sean tan felices como lo fui yo. Ojalá haya alguien que les toque el piano y que puedan tomar sombra en la higuera.