PREMIO AL TALENTO JOVEN
LA CARRETA ROJA DE MI TATA
(Kamil Vele)
¡Tata más rápido! Le gritábamos con mi hermano, arriba de una carreta roja, por todo el barrio. Calle Diana, era el recorrido sagrado, rumbo a alguna plaza, en pleno verano.
Recuerdo perfectamente, todas las tardes, los paseos en el carro, tan lindo, tan rojo, que mi tata nos había obsequiado. A veces, íbamos a la plaza Fidel, y otras, nos aventurábamos un poco más allá, así era, llegando hasta plaza Central. También no podía faltar, la compañía tan singular, de mis perritas fieles, que nos seguían para cualquier lugar. Eso me hizo recordar, como cuando chica me llevaban a pasear, por calles tan lindas como Venecia y Quezada Acharán.
Entre manzanas y veredas, ¡a toda velocidad! creíamos andar, con la carreta roja, que mi Tata nos llevaba a pasear.
El barrio Vivaceta, era mi hogar, donde todas las tardes salía a encontrar, un nuevo rumbo para disfrutar. Con mi jardinera y mi par de zapatillas regalonas, abríamos la reja, para así comenzar, aquellas salidas de tanto adorar.
Tan simple e importante a la vez, el hecho de apreciar, los recuerdos de un barrio, que vieron a este ser, crecer de una vez. Entre casas, plazas y calles de juegos, que vivo se sentía observar, como todos salían a caminar.
Recuerdo a mis amigos, de la plaza Fidel, donde tantas tardes, corríamos y veíamos la vida pasar. Entre juegos y árboles, entre risas y caídas, llegaba la hora de terminar, aquel momento tan especial. ¡Vamos a casa! ya es hora de cenar, un beso nos vemos, hasta otra oportunidad. Entre relatos y calles, así es, volviendo a recordar, esa época peculiar, como todas las tardes, en la carreta roja de mi tata, el mundo queríamos conquistar.
ELOGIO AL BARRIO DE MI VIDA
(Kamil Vele)
Abrí mis ojos, vi muros colosos. Un mundo extraño, decían ser mi barrio. Hogar que me acogería; familia, vecinos y salidas. Recuerdo de mi infancia; Calles, juegos y plazas.
Diana con nueva de Matte, el vértice que define mi arte. Estoy en el patio, buenos días extraños cercanos. Vecinos les decía, que vivían al lado.
Una mirada, cinco de la tarde, hora de salir a recorrer mi calle. Era tímida, hasta que me conocían, corría y corría por calle Freirina. Plaza Fidel mi punto final; mi abuela reía de tanto verme jugar. Niños, padres, abuelos, la calle era un festival. ¡Qué lindos recuerdos! Que no quiero olvidar.
Pasan los años, la gente comienza a extraviar, aquella esencia familiar. Ya nadie se saluda, nadie sale a disfrutar. Me dicen, ¡creciste!, ya es hora de avanzar. Yo doy un alto, no puede pasar, y desde mi ventana digo, ¿dónde están? Fiestas navideñas en las canchas Los nidos, vecinos conversando en la esquina de Acharán y niños jugando en la plaza de atrás. Tanto nos perdimos, que ya no recordamos, aquellos veranos, que no volverán.
Un nuevo día, en esta avenida. Mi recorrido no cambia, sólo un par de murallas frías. Casas continuas es lo que se veía, uno y dos pisos las conformarían. Calles Escanilla, Huasco y Los nidos son las que conocía; lo que no sabía, lo que escondía, cada historia, entre las paredes de este barrio, que hoy recordaría.
Creo que está volviendo, poco a poco ese sueño, el cual me hizo aflorar, aquella memoria que pretendí olvidar. Vivaceta sur y norte, es un lugar, que me vio crecer, reír y llorar. Hoy soy una profesional, que calle Diana vio explorar, por esto es que hoy día quiero cuidar, el espacio que tanto me vio soñar.
Entre ruidos y silencios, los vecinos se comienzan a asomar, ¡vamos a defender lo nuestro!, un oasis que acoge la vida ideal. Es que, saliendo a la calle, todo toma color, en este barrio de mi corazón.