PARTE I. Cuando la arquitectura se pugna entre el valor del negocio y el valor patrimonial.
Al hablar de identidad siempre buscamos un lugar, un espacio sea tangible o intangible. Es así como la arquitectura encuentra un sitio dentro de nuestra memoria colectiva.
Sin duda, los inmuebles representan algo, una historia, un recuerdo, una experiencia, y ese algo, puede traer consigo un sinfín de significados y usos de los cuales algunos se han transformado para adecuarse a la “modernidad” o bien, han quedado en abandono absoluto. Aquí es donde comienza el camino a entender la importancia del porque proteger aquello que algún día fue y ya no lo es, o no logramos que fuera.
Desde un caso particular, que representa absolutamente el punto de este escrito, y en primera instancia, es la pugna visual que se puede ver en la esquina de Vivaceta con José Bisquert. El Ex Teatro Libertad enfrentando a la construcción de un nuevo edificio habitacional.
Para quienes crecieron o han vivido en este sector de Independencia conocen la historia o más bien han vivido la experiencia que brindó en su época el teatro, y para quien no, con sólo ver su imponente volumetría lo sabrá. Desde ahí, podemos decir que encontramos parte de la puesta de valor que se la da la arquitectura y como esta ha ido evolucionado.
Actualmente, la invasión inmobiliaria refleja un conflicto en el cual se pugna entre el valor del negocio v/s el valor patrimonial, poniendo en riesgo este último. Si bien, Independencia es una comuna con variada riqueza patrimonial la cual se ve reflejada en sus calles, esta se ve afectada por el crecimiento de una arquitectura “vertical” que irrumpe para bien o para mal.
Esta pugna, expone la importancia de resguardar nuestro bien arquitectónico, no solo por su arquitectura, si no por el valor tangible e intangible que representa para nuestra comunidad entorno a la vida de barrio y su convivencia.
Camila Villarroel Arquitecta